viernes, 12 de octubre de 2012

El fin de un mito


El ego de esas super estrellas de la NBA era el principal temor que tenía Chuck Daly, entrenador del Dream Team, por aquel entonces. Cómo lograr que tipos acostumbrados a ser los dueños de la pelota, dejaran de lado ese instinto individualista y pensaran en lo que realmente era lo importante, el equipo. Para eso, Daly junto con Krzyzewski, su ayudante, organizaron un partido ante un combinado universitario que reunía a varios nombres que años después brillarían en la NBA. Bobby Hurley, Grant Hill, Chris Webber y Penny Hardaway, entre otros, integraban aquel equipo que no se intimidó ante la constelación de estrellas. El encuentro se llevó a cabo en la Jolla, donde concentraba el Dream Team, y los muchachos universitarios se hicieron un festín. Es que los Jordan, Bird, Barkley, no sabían como jugar en equipo. Tenían miedo en asumir responsabilidades ofensivas que pudieran luego despertar el enojo de alguno. Y con eso, las jóvenes promesas hicieron negocio. Pero a pesar de que Daly no lo comentó públicamente, ese realmente era su plan. Quería tocarles el orgullo a sus jugadores para que supieran como encarar los Juegos Olímpicos que se avecinaban. Por eso apenas hizo jugar a Jordan y también por esa misma razón no se preocupó mucho en realizar ajustes defensivos para revertir la historia. Pero para que la prensa no se enterara de esto, sino hasta 20 años después, Daly hizo borrar el 62-54 del tablero antes de que los periodistas ingresaran al gimnasio. Luego del partido dicen que Bird afirmó que "probablemente alguno de estos chicos deberían estar jugando en este equipo".

viernes, 31 de agosto de 2012

El bueno de Bill

Si hay un equipo del cual no se esperaba realmente nada, esos eran los Portland Trail Blazers de la temporada 1976/1977. A ver pongámonos en contexto. Los Blazers eran una franquicia de apenas seis años de existencia
que en ese lapso nunca habían podido ganar ni siquiera la mitad de sus partidos. Pero bueno, tenían una esperanza que se llamaba Bill Walton. Un joven talento proveniente de UCLA (Universidad de California de Los Ángeles) que en sus tres temporadas universitarias había promediado más de 20 puntos. Con dos títulos de la NCAA bajó el brazo llegó a la NBA, pero allí la historia sería muy diferente. Portland lo eligió en la primera posición del draft de 1974 pero Walton no pudo responder a la expectativa que había generado. En sus primeros dos años estuvo con una racha de lesiones (se fracturó la muñeca, el pie, la nariz y la pierna) que le hicieron perderse más de la mitad de los juegos. Pero luego habría revancha. Para la 76/77 su suerte comenzó a despuntar. Empezó a jugar más partidos, mostrando algo de ese nivel de UCLA que tanto elogio había despertado, y tuvo su recompensa. Fue seleccionado para el All Star (aunque no lo pudo jugar por lesión) y elegido dentro del mejor equipo defensivo y el segundo mejor equipo de la liga. En los Playoffs, el conjunto de Oregón (que había terminado con una marca de 49-33) no figuraba en las apuestas de nadie. Era un buen equipo pero con una falta de experiencia clave para estas instancias. Pero bueno, siempre hay una primera vez. Los Blazers eliminaron a Chicago (en ese momento pertenecían a la conferencia oeste), Denver y en la final sorprendieron barriendo a los Lakers de Kareem Abdul Jabbar. Ya en la final, otro cuco los esperaba. Los Sixers de Julius Erving, que el año anterior había sido campeón con los Nets en la ABA. El comienzo de la serie fue un martirio para los de Rip City. En el primer juego Erving y Doug Collins la rompieron (se combinaron para 66 puntos) y en el segundo directamente no hubo partido (107-89). Pero Bill se despertó y fue el abanderado que los Blazers necesitaban para ponerse 3-2 arriba en la serie. Ya en el sexto juego, el partido fue un palo y palo. Dr J la volvió a destrozar con 40 puntos pero los 23 puntos y 8 tapones de Walton fueron decisivos. No sin sufrir obvio. En la última jugada del encuentro, George McGinnis falló un doble que le hubiera dado el empate a los Sixers. “El baloncesto es un juego de cinco hombres, y los Blazers han jugado como si ellos hubieran inventado ese concepto”, fueron las palabras de un abatido Julius Erving. En su primera aparición en playoffs Portland consiguió el campeonato ¿Cuántos equipos pueden decir lo mismo?

jueves, 26 de julio de 2012

El corazón de un campeón


En 1995 nadie apostaba un dólar por los Houston Rockets. Si, más allá de que eran los vigentes campeones, su juego durante la temporada regular había sido el principal responsable de aquellas criticas que lo ubicaban lejos de los candidatos. Era la realidad. Su irregular andar los había depositado en un sexto lugar que a la hora de encarar los playoffs ponía el panorama cuesta arriba. En la primera ronda, los Rockets, que habían ganado 47 partidos, se enfrentaron al tercer mejor equipo del oeste: Utah, que había cantado victoria en 60 partidos. Pero para sorpresa de muchos Houston acabaría imponiéndose  en el quinto y definitivo juego. En las semis el rival fueron los Suns. Otra prueba de fuego. Phoenix, con el liderazgo de Barkley, llegaba como el segundo mejor clasificado gracias a un record de 59-23. Y las cosas tomaron su lógica. El equipo de Arizona se adelantó 3 a 1 en la serie y teniendo dos partidos por delante de local. Ya está, los Suns finalistas. Era el pensamiento generalizado que inclusive se podía percibir desde los testimonios de sus protagonistas.  “Estoy cansado de oír la palabra remontada. Ningún equipo en el mundo puede hacerlo con un 3-1 en contra y con dos partidos como tenemos en casa”, sentenció Sir Charles. Bueno ¿Usted quiere saber como terminó la historia? Fueron a un séptimo partido en el cual Phoenix se fue al descanso del primer tiempo ganando por 10 puntos. Al regreso, Houston se inspiró y con un 73% de efectividad de campo en la segunda mitad ganó el partido para acceder a la final del oeste donde aguardaban los Spurs. En la serie ante el equipo texano, que llegaba con la mejor marca de la liga, también se dio el milagro. Los Rockets hicieron oídos sordos a los contras y en seis juegos liquidaron el trámite para avanzar a la definición de la NBA. Ahí fue todo más sencillo. Olajuwon, que ya había hecho un gran trabajo ante el Almirante Robinson (MVP de la temporada regular), dominó a la figura de Orlando, Shaquille O’neal, y en una barrida volvieron a festejar. Como dato histórico se podrá decir que aquel plantel de Houston se convirtió en el equipo con peor clasificación de playoffs (sexto) en la historia de la NBA en ser campeón además de haber vencido a todos  rivales que ostentaban más de 50 victorias y definiendo todas las series en desventaja de campo. Pero quizás el aprendizaje más importante fueron aquellas palabras del coach Rudy Tomjanovich una vez consumado el éxito: “Nunca subestimes el corazón de un campeón”.

jueves, 31 de mayo de 2012

Y pensar que no lo quería...


Cuando Red Auerbach llegó a los Celtics en el verano de 1950 tuvo su primera gran responsabilidad. Boston había terminado la temporada 49/50 con el tercer peor record de la liga pero ante la desaparición de los Denver Nuggets y debido a que los Waterloo Hawks se cambiaron de competencia, el conjunto de Massachusetts se quedó con esa tran preciada primera selección de draft. La sensación por aquellos años era un base que no se cansaba de despertar elogios en la universidad de Holy Cross de Worcester, ubicada a 65 kilometros de Boston. La fanaticada de los Celtics lo pedía pero Red tenía otros planes. "Necesitamos un hombre alto, de pequeños hay a patadas. Estoy aquí para ganar, no para elegir a palurdos locales", fue la respuesta de Auerbach que cuando llegó el momento del sorteo no solamente eligió al  pivot Chuck Share sino que para la sorpresa de muchos, seleccionó al primer hombre de raza negra que jugaría en la liga, Chuck Share. El base en cuestión no tenía muchas ganas de continuar su carrera en el mundo profesional, es más lo incentibaba con mayor impetu la idea de abrir una cadena de gasolineras, por eso cuando los Tri Cities Blackhawks lo eligieron no se molestó en viajar a Illinios. Debido a esas pocas ganas los Blackhawks decidieron ceder sus derechos y terminó en manos de los Chicago Stags. Sin embargo, antes del comienzo de la temporada el conjunto de Chicago se disolvió y todos sus jugadores fueron repartidos entre todos los equipos de la liga. Los tres bases que tenían los Stags eran pretendidos por los Warriors, los Knicks y los Celtics. Pero ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo, Maurice Podoloff , primer comisionado de la NBA, escribió los tres nombres en papelitos y los metió en un sombrero. Boston estaba obsesionado con Max Zaslofsky, que había sido goleador de la liga un par de años antes, pero la suerte estuvo del lado de los Knicks que se quedaron con Zaslofsky mientras que los Warrios con Andy Phillip. Boston se tuvo que conformar con el tercero en discordia que terminó ganando nada menos que seis anillos y siendo el máximo asistidor en la historia de los Celtics, un tal Bob Cousy.

sábado, 21 de abril de 2012

El hombre que pudo haber sido Jordan

"With the #2 pick in the NBA draft, the Boston Celtics select... Len Bias, University of Maryland" Los Celtics nunca habían tenido una selección de draft tan alta como aquella. La habían conseguido gracias al traspaso de Gerald Henderson a los Sonics (recordado por un robo de balón clave ante James Worthy en las finales de 1984). Era una apuesta (casi) segura pensando en los inevitables años de transición que se le venían a un equipo que con Larry Bird a la cabeza había logrado 3 títulos en las últimas 6 temporadas. ¿Quién no quisiera ser drafteado e ir al campeón? Bueno, Len tuvo sus dudas.
Las tentaciones por dejar de lado esa promesa hecha a Red Auerbach (Presidente y GM de los Celtics) aparecieron varias veces, sobre todo con las limusinas que algunas franquicias estacionaban en el frente de su casa para lograr convencerlo de cambiar su rumbo. Pero Len fue fiel y cumplió con los Celtics. El Madison Square Garden no tardó en convulsionarse. Apesar de que apenas llevaba 2 temporadas en la NBA la comparación no tardó en llegar. Muchas fueron lo que afirmaron en aquella noche que Bias era el nuevo Jordan. Todo un mundo nuevo. Eso era lo que sentía Len. Entrevistas, fotos, contratos. De un día para el otro dejaba su vida normal para convertirse en millonario. Pero eso mismo, que tanto lo deslumbraba, era lo que ya comenzaba a cansarlo. De New York, a Washington y de ahi a Boston. Presentación con los Celtics y firma de un suculento contrato con Reebok (que ni lenta ni perezosa lo había elegido para competir contra la Nike de Jordan). Demasiado para tan poco tiempo. Dos días que parecían eternos. Bias volvió a Maryland. A su Universidad, donde se reencontró con sus amigos y compañeros. Necesitaba bajar los decibeles, volver a la realidad que estaba acostumbrado hasta no hace mucho tiempo. Pero despilfarró. Len era adicto a las drogas, igual que varios de sus amigos, y esa terminó siendo su peor decisión. En su tour de regreso por el campus, consumió una cantidad de alcohol y cocaina que lo indujo a una sobredosis de la cual no pudo recuperarse a pesar de las más de 2 horas de reanimación que se le practicó. Su muerte fue un golpe muy duro e inesperado tanto que Red Auerbach comparó el impacto de su fallecimiento con el de John Kennedy. Años después, el Congreso de Estados Unidos terminó aprobando una ley anti drogas mucha más estricta de la que hasta ese momento existía, también se llevó a cabo  un juicio, entre los compañeros que estuvieron involucrados con Bias en aquella noche fatal, del cual uno de ellos fue sentenciado a 10 años de prisión por posesión y tráfico de cocaína.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Pearl Jam y la NBA

En cualquier banda de rock elegir el nombre es un paso fundamental no sólo para dar el puntapie inicial sino para comenzar a forjar una identidad. En el caso de esta emergente banda de Seattle, a la hora de pensar en el nombre se decidieron por abordar uno de los gustos que compartían mayormente: la NBA. Luego de comenzar a grabar algunos demos en formato de casete, algunos cuyas tapas estaban ilustradas por su cantante, decidieron, medio en broma, poner en la tapa una figurita de Mookie Blaylock, uno de sus jugadores favoritos, que por aquellos tiempos militaba en los New Jersey Nets.  La idea pegó fuerte y como se encontraban ante la necesidad imperiosa de elegir un nombre decidieron adoptarlo para la banda. Fue así que Mookie Blaylock debutó en los escenarios allá por Octubre de 1990. Sin embargo, al firmar contrato con Epic Records les pidieron que piensen en otra cosa ya que querían evitarse posibles acciones legales por el cual el grupo se vio en la obligación de cambiar de nombre y optaron por llamarse Pearl Jam.  Pero a pesar de eso la banda no se olvidó de Mookie y en su primer disco le rindió homenaje. ¿Cómo? Llamaron a su álbum "Ten", el número que el jugador utilizaba en la NBA. Pero la relación de la banda con el básquet no se detuvo ahí. Los integrantes del grupo supieron a lo largo de su carrera relacionarse con algunos jugadores de la liga. Se hicieron muy amigos de Brent Barry (pasó gran parte de su carrera en los Sonics), le dedicaron un tema a Denis Rodman ("Black, Red, Yellow") que además se animó a cantar con la banda en un recital Dallas, Eddie Vedder fue el encargado de hacerse cargo del himno en el juego tres de las finales de 1998 entre los Bulls y los Jazz y también entablaron una amistad con Fabricio Oberto. A través de Brent Barry, jugaron juntos en los Spurs, conoció al bajista Jeff Ament, y cuando el pivot de la selección Argentina sufrió una arrtimia, que lo obligó temporalmente a dejar el básquet, le regalaron un bajo autografiado para luego tenerlo como invitado de lujo en su última visita al país tocando en La Plata.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Las Reglas Jordan

En sus primeros años en la liga Jordan tuvo que lidiar con el estigma de ser catalogado como un jugador egoísta. Estaba en un equipo que apuntaba a futuro pero cuyo presente era bastante desolador. Con el correr de los años los Bulls fueron mejorando la plantilla con nombres de la talle de Paxson y Pippen pero sin embargo tendrían un rival que los haría sufrir y no solamente con resultados adversos. Los Detroit Pistons también habían incursionado en una etapa de transición y el resultado fue un plantel conformado, entre otros, por Isiah Thomas, Joe Dumas, Bill Lambeer y Dennis Rodman. Para olvidar derrotas del pasado, los Pistons, bajo la dirección técnica de Chuck Daly, decidieron cambiar su estilo de juego y ser un equipo más físico, con una defensa muy agresiva que les dio el mote de "Bad Boys". Cuando ambos conjuntos se enfrentaron en las semifinales de 1988, Daly, que ya había soportado 61 y 59 puntos de Jordan, buscó la manera de neutralizarlo. Era un simple plan defensivo, que no variaba demasiado a lo que venían realizando, pero acá el foco se centraba en un jugador. Había que molestarlo, doblarlo, pegarle si penetraba. Así nacieron las reglas Jordan. Que tuvieron más éxito aún ya que en la liga en ese momento el contacto físico era bastante más permitido. Por lo tanto, la responsabilidad caía en las manos de Pippen y Grant, que todavían no estaban preparados para sacar la cara por el equipo cuando "Su Majestad" estaba en problemas. Los Pistons se impusieron en la serie pero cayeron en la final ante los Lakers. Al año siguiente volvió a repetirse el enfrentamiento, y aunque fue más parejo, Detroit salió triunfador y luego extendería su éxito al vencer a los Lakers y quedarse así con su primer conquista en la liga. En el '90 volvieron a verse las caras en la final de Este. Los Bulls habían despedido a Doug Collins y tenían como nuevo coach a Phil Jackson, que como novedad implementó la "ofensiva triangular", para repartir más el juego y así quitarle un poco de responsabilidad a MJ. Con un juego más consolidado y jugadores más maduros, Chicago por primera vez estuvo a la altura de las circunstacias y logró llevar la seria hasta un decisivo séptimo juego pero una vez más la experiencia de los Pistons terminó inclinando la balanza para culminar con otro título de NBA. Pero claro, de esa derrota los Bulls tuvieron su mejor aprendizaje. En 1991 otra vez se cruzaron. Jordan comprendió la lección y se dio cuenta cual era el momento para hacerse cargo del partido y cuando para jugar en equipo. Fue una barrida memorable ante unos Pistons que pálidos por el golpe se fueron segundos antes del final sin saludar a sus vencedores. Cuatro años que le sirvieron a MJ para dejar atrás a aquel gran anotador egoísta y transformarse en el mejor de todos.